EMPRESARIOS HUMANOS: UNA GENERACIÓN QUE APUESTA POR UNA COLOMBIA MEJOR. Por: Máximo Noriega Rodriguez.

«La pobreza no es creada por los pobres. La pobreza es creada por el sistema que hemos hecho alrededor de ellos». Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz 2006.

La idea de que los empresarios siempre se alinean a la derecha y que en Colombia son estos uribistas, es no solo una mentira extendida sino el reflejo de las inseguridades de una secta en decadencia que debe recurrir a ese tipo de trucos para sostenerse. La realidad es, no solo, que hay una estampida de empresarios y comerciantes de gremios afines al uribismo, sino que además son muchos los que se atreven a levantar la voz por una sociedad más justa, menos desigual y con un capitalismo más humano. Nuestros empresarios han cambiado y hoy no temen a involucrarse con una responsabilidad social empresarial más allá de entregar algunas dádivas y auto felicitarse. Ahora, y quizás como una importante fuerza de cambio, los empresarios optan por fijar una posición política y son militantes de corrientes que buscan una mejor sociedad. Los otros, los dinosaurios que cada vez son menos, insisten en un modelo depredador en el que el objetivo pareciera que fuera el explotar a los otros y al planeta, y esos son los pocos empresarios uribistas que quedan. Dicho esto, debemos resaltar que estamos asistiendo al nacimiento de los empresarios humanos.

Como no falta el que los tilde de “castrochavistas” o “neocomunistas”, y como nunca falta el fuego amigo, esa nueva generación de empresarios son sujetos de persecuciones y ataques por parte de las estructuras gremiales que se acercan cada vez más al crimen de ultraderecha con el objetivo de sostener privilegios que a fuerza de creatividad, innovación y productividad no han podido sostener. Quizás la llegada de las nuevas tecnologías ha abierto un mundo de posibilidades y ha dejado en evidencia la decadencia de los “empresarios” del ayer. Hoy todo parece indicar que son dos corrientes totalmente distintas: una que no teme ensuciarse las botas en la lucha por una sociedad más humana, y otra de espaldas a la realidad que obtiene sus utilidades a partir de pagar sueldos de hambre y de “depredar” al Estado y al medio ambiente. Los primeros son proactivos y los segundos “mandan huevo”, como quedó en evidencia en la discusión por el salario mínimo en semanas pasadas. Infortunadamente el gobierno colombiano está del lado de éstos últimos poniendo a su servicio lo público, que es de todos, lo que no es otra cosa que corrupción institucionalizada. 

La necesidad de un capitalismo humano y sostenible nace de una realidad en la que la famosa “mano invisible” de autocontrol del mercado no sirve para satisfacer las necesidades de una sociedad que, por el contrario, se hace más desigual en contraposición a la visión de Adam Smith. Esa especie de “darwinismo económico” sólo ha profundizado y agudizado la pobreza, la desigualdad y la inseguridad. En ese sentido, el premio Nobel de Paz Muhammad Yunus, famoso por su modelo de microcréditos y banca de la gente, insiste en que la idea es superar la pobreza y la desigualdad creando «empresas sociales», en las que la filantropía, las políticas sociales y los programas de responsabilidad social corporativa vayan más allá en empresas en las que por encima de la obtención de ganancias financieras se generen excedentes para reinvertir en función de las necesidades de la comunidad. Es decir, la nueva generación empresarial ha entendido que de nada sirve ser reyes si están rodeados de miseria.

Como quiera que un «capitalismo humano y sostenible» sea una cuestión ideológica y política, antes que un problema ecológico y económico, y que incluso pudiera ser, asimismo, un problema también ético. Por ello, es indispensable que los nuevos empresarios se desmarquen de prácticas depredadoras que perpetúan la espiral de pobreza y desigualdad. Es, también, un problema de concepción del Estado mismo, para no seguirle apostando a gobiernos que se alimentan de los combustibles fósiles y de la explotación de los recursos naturales no renovables. Es un cambio de paradigma que muchos no son capaces -o no quieren- de seguir, por lo que tarde o temprano los dejará la historia. En Colombia es cada vez más evidente ese conflicto que, lejos de “polarizar” como nos quien hacer creer, no es otra cosa que la defensa de la vida. En últimas, se trata de empresarios que están en la defensa de la vida o con la muerte como objetivo velado. Y ya sabemos de qué lado están los amigos de la muerte en este país.

La invitación entonces es todos tomemos conciencia y de que lo realmente importante es la defensa de la vida en todas sus formas, razón por la cual los empresarios de la nueva generación ni deben sentir vergüenza ni deben dejarse amilanar por los ataques que reciban dada su nueva frontera de pensamiento.

y afrontemos estos momentos difíciles con la certeza y convicción que

El debate -que ya está abierto- no debería girar en torno a los insultos, ni mucho menos a las recriminaciones ideológicas que tildan a unos  de “castrochavistas” o “neocomunistas” sino por cuáles son las maneras más efectivas de preservar la vida, superar la pobreza y cerrar las brechas de desigualdad. Un Capitalismo Humano le apuesta a la educación para que nuestros hijos no cometan nuestros mismos errores; la apuesta también es la de preservar el planeta, porque la riqueza solo es posible si ésta propende por la defensa de la vida. Apoyar sin miedo a quienes buscan defender la vida, no es una invitación política sino una reflexión moral que propongo que nos planteemos desde ya.

Como empresarios están llamados no solo a generar riquezas para unos pocos, sino a transformar a la sociedad misma. En sus manos está seguir siendo la sociedad fallida que sigue eligiendo la muerte y el odio como forma de política, o apostarle a iniciar una transformación desde la educación, la paz, el respeto al medio ambiente, y la evolución a un sistema económico más humano y sustentable. No es tiempo de sentir miedo, ni vergüenza por el qué dirán, sino que llegó la hora de demostrar que pertenecer a la generación de empresarios humanos es una decisión sensata que la realidad nos reclama. ¿Seguirás siendo un empresario “dinosaurio” o te sumas a una sociedad más humana?

Publicado por zabieradmin

Licenciado en Ciencias sociales de la Universidad Francisco José de Caldas de Bogotá, Esp. en Desarrollo y Gobierno Local de la Universidad de Nariño. Investigador social y analista de contextos y dinámicas políticas, sociales y económicas territoriales. Ex Asesor de Paz Departamental de Nariño 2008-2011; Ex Subsecretario Departamental de Gobierno de Nariño 2012 2013; Ex Comisionado Municipal de Paz de Pasto 2016-2019. Poeta, escritor, ensayista, periodista empírico alternativo, Columnista del Semanario VOZ, autor del Libro “Nariño de la guerra a la paz”. Defensor y promotor de Derechos Humanos y de las víctimas del conflicto.

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