Los colombianos que aún tenemos fe en un mejor futuro, creemos que lo único que serviría es un cambió de gobierno, uno que garantice sus derechos y el respeto por los recursos públicos, para que estos sean invertidos en obras y programas sociales.
Tras años y años de injusticia social, violación de derechos humanos y situaciones extremas en Colombia, que desafortunadamente son parte de una terrible normalidad, es hoy cuando el colombiano de a pie debe levantarse con la cabeza erguida, para tratar de sobreponerse a tantas injusticias, a su pobreza, a las escasas oportunidades de trabajo, a la muerte repentina de sus familiares y amigos a causa de esta pandemia, al casi nulo apoyo del gobierno en el desarrollo de actividades que garanticen un bienestar moderado. Es hoy cuando piensa en lo que debería ser este país, cargado de exuberante riqueza y de tantas oportunidades.
El ciudadano del común, escucha a diario, que se avecinan tiempos de recuperación y de cambio, pero lo que no entiende es cómo se lograría esto, en medio de una corrupción rampante y con un gobierno que oculta su complicidad bajo la máscara de acciones con beneficio social. Es por eso, que los colombianos que aún tenemos fe en un mejor futuro, creemos que lo único que serviría es un cambió de gobierno, uno que garantice sus derechos y el respeto por los recursos públicos, para que estos sean invertidos en obras y programas sociales. Un gobierno que alimente la esperanza de paz y la convivencia pacífica de los colombianos, que estimule el trabajo y la productividad en el campo. Un gobierno que abrace el amor y el respeto a la vida, con acciones de protección de la naturaleza y de sus recursos, que promueva cambios profundos en el sistema de justicia, para que sean castigados los verdaderos bandidos y no se persiga a quienes nada deben. Un gobierno que procure proteger a sus trabajadores y a sus familias, con justas jornadas laborales, y que no piense en negociar con sus pensiones, que respete su dignidad y su esfuerzo de tantos años. Un gobierno, con la entereza de la necesidad de cambiar urgentemente el sistema de salud para que este deje de ser un negocio y vuelva a ser un derecho con calidad en sus servicios. Un gobierno capaz de entender que esta realidad actual de competitividad nos debe llevar a cambiar nuestros sistemas productivos, y lograr inversiones importantes que garanticen dicho objetivo. Un nuevo gobierno que vea en la educación la mejor salida para la proyección de sus comunidades.
En síntesis, lo que los colombianos necesitamos es un gobierno de verdad, transformador, capaz de liderar acciones que se ajusten a las nuevas dinámicas de innovación y tecnología, y que nos permita insertarnos en el ordenamiento mundial. Ese es el querer del ciudadano que vemos a diario, del que espera una propuesta diferente, y de quien ya está preparado para hacerla realidad.
El camino está listo para que llegue un gobierno social, demócrata y progresista; está en nuestras manos, el aceptar nuevos retos, nuevas propuestas, simples, reales, pragmáticas y concretas. Es el momento de dejar el miedo, el odio, los egos y frustraciones pasadas, para emprender el camino del cambio que la gran mayoría de los colombianos anhelamos.