“A río revuelto, ganancia de pescadores” Por Jairo Otero Eraso

Jairo Otero Eraso.

Alguien escribió que ojalá llegue el día en que podamos dejar de decir “es que esto pasa porque estamos en Colombia”. Y es que aquí todo pasa y no pasa nada, aquí se violan los derechos humanos a diario, en especial los de poblaciones vulnerables, y tristemente solo se conocen estos hechos como datos estadísticos de comunidades olvidadas. Aquí, se desaparecen ciudadanos indefensos a diario, y los únicos que sufren el dolor y la incertidumbre son sus familias, que en su gran mayoría pertenecen a los estratos más humildes. Aquí, ya es normal ver a personas que dicen ser “gente de bien”, armados, auspiciados y resguardados por la fuerza pública, disparando y atentando contra la vida de tantos que marchan indefensos reclamando sus derechos, quedando solo imágenes para el registro, porque las autoridades no actúan de manera contundente frente a estos hechos. Aquí, se premia corruptos, se los trata de señores, se les da privilegios para gobernar regiones, manejar presupuestos públicos y como si fuera poco, se les otorga gabelas para seguir actuando con libertad, hechos que pasan desapercibidos y que se convierten solo en la noticia del día; a unos pocos se les castiga débilmente y se les permite seguir delinquiendo desde casa, donde pagan ínfimas condenas. Aquí, el estado se volvió ciego, sordo y mudo, frente a los justos reclamos de la gente, y sus actuaciones sólo quedan para ser incluidas dentro de las innumerables injusticias que vivimos a diario.

En medio de todos estos hechos, que se agudizan cada vez más por la inoperancia de un estado fallido, avanzan con fuerza las dificultades generadas por la pandemia del COVID 19, provocando aún más dolor y muerte. Sumado a esto, encontramos el estallido de una sociedad que indignada sale a las calles en medio de la dificultad y el miedo, a reclamar por justicia, por oportunidades y por sus derechos, evidenciando una problemática que se visibiliza en mayores niveles de desempleo, baja productividad y una crisis social sin precedentes. Y lo que es peor con un gobierno ausente, con dirigentes en su gran mayoría mudos, frente al sufrimiento de los pueblos, avalando sus débiles actuaciones. Ante esta situación, las marchas y manifestaciones han cambiado su dinámica, para hacer frente a las estrategias del gobierno que deslegitimizó la protesta y sus justas reclamaciones.

 Y en medio de la desesperanza y el desempleo, se generó una explosión de abusos y especulaciones con los precios de bienes y servicios de primera necesidad y de consumo diario. “A río revuelto, ganancia de pescadores”, refrán popular que se refiere a aquellas personas que suelen sacar provecho de las situaciones de caos o desorden; y es que eso es lo que pasa en nuestro Departamento, los precios que en su momento tuvieron incrementos por los bloqueos, por los escases y la baja productividad, ya deberían normalizarse, sin embargo, los precios de algunos productos siguen por las nubes. En Nariño los servicios públicos de gas, energía y agua, han tenido alzas considerables, siendo más sensible el servicio de gas que ha presentado incrementos del 20, 30 y hasta del 40% en sus precios, afectando gravemente el bolsillo de las familias nariñenses. Y qué decir de los alimentos, productos como el arroz, la carne, las frutas, verduras y los huevos, cuyos precios subieron bajo el pretexto de los bloqueos y las protestas, y a pesar del retorno a la normalidad aún siguen elevados, sin que nadie diga o haga algo.

Otro capítulo importante lo constituye el transporte de pasajeros, cuyos precios por condiciones de pandemia, en muchos municipios, se incrementaron hasta en un 100 por ciento, bajo el pretexto de cupos distantes a causa del aislamiento preventivo contra el contagio, y a pesar de que hoy el servicio se presta ya de manera normal, los precios siguen igual, con el Incremento de hace más de un año. Lo mismo sucede con en el transporte de carga, características similares han generado sobrecostos en los productos al consumidor final.

Definitivamente estamos en una situación sin salida. Por todos los flancos se vislumbra crisis, muerte y desesperanza, y desafortunadamente, la gente más pobre y vulnerable es quien padece las graves consecuencias de un Estado fallido. ¿Dónde están los dirigentes, los representantes y senadores?, ¿dónde están nuestras instituciones para defender a esta sociedad que se hunde cada vez más en esta profunda crisis?

Esta es la tierra de nadie, la tierra del olvido y la tierra de las injusticias. Se hace urgente que nuestra sociedad, hoy en cabeza de los jóvenes tome la decisión más importante de la historia y a través de su derecho más sublime, que es el derecho al voto claro y diáfano, cambie este sistema tan corrupto y anárquico para retomar el rumbo.

Publicado por zabieradmin

Licenciado en Ciencias sociales de la Universidad Francisco José de Caldas de Bogotá, Esp. en Desarrollo y Gobierno Local de la Universidad de Nariño. Investigador social y analista de contextos y dinámicas políticas, sociales y económicas territoriales. Ex Asesor de Paz Departamental de Nariño 2008-2011; Ex Subsecretario Departamental de Gobierno de Nariño 2012 2013; Ex Comisionado Municipal de Paz de Pasto 2016-2019. Poeta, escritor, ensayista, periodista empírico alternativo, Columnista del Semanario VOZ, autor del Libro “Nariño de la guerra a la paz”. Defensor y promotor de Derechos Humanos y de las víctimas del conflicto.

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