ESTRUCTURAS SIN ALMA. Por María Sierra Buelvas

María Sierra Buelvas

Nos encanta pensar que el Estado y el sistema son dos estructuras fantasmas. Deshumanizamos las instituciones para no sentirnos responsables de nada como sociedad. ¿No funcionan las que ya tenemos? Vamos a crear otras, como si otra ficción con los mismos vicios no tuviese el mismo resultado. Lo podrido está en nosotros, lo realmente jodido es nuestra sociedad. Nos levantamos cada día pensando que todo está muy mal, pero con la certeza de que el culpable es otro.

Estos seres sin alma, esta gente vacía y hundida en la ambición están convencidos de que así funciona el sistema y que ellos no entran a cambiarlo.

¿Seguros? – Esa maquinaria política está andando porque le dimos el poder, esas personas que roban al Estado están ahí porque allí las pusimos, vivimos dando licencia a quienes actúan mal, los ponemos en posiciones de poder, aunque no sean capaces de respetar a sus propias familias, aunque sepamos que son agresores, aunque sepamos que no son buenos padres, aunque sepamos que no son ejemplo de nada.

Perdonamos sus errores y hasta nos solidarizamos con ellos porque son personas estudiadas ¿y no es por esa misma razón que debíamos exigir de ellos una conducta intachable? Saben perfectamente lo que está bien y está mal. Aun así, tienen toda nuestra benevolencia. ¿Tenemos la misma misericordia con aquellos que no lucen y hablan igual? Porque si respetamos la vida según los criterios estéticos, entonces lo que verdaderamente respetamos es el ego exacerbado de seres humanos que no tienen dificultad alguna en sumirse en el fango para mantener una pose.

Todavía algunos de ellos tienen el descaro de decir: «Te doy mi palabra» como si la palabra de hombres y mujeres sin honor y dignidad tuviese algún valor. Si su conciencia tiene un precio ¿Cuánto vale que mantengan una palabra sin antes sacarle provecho? Pero con todo lo dicho se paran en las plazas a decir promesas, juran sobre la biblia y van a cada iglesia sin importar la denominación, se burlan en nuestras caras mientras nosotros le sonreímos, mientras planean cuándo y cómo van a quitar parte de los dineros que son para que las personas tengan calidad de vida.

Estos seres sin alma, esta gente vacía y hundida en la ambición están convencidos de que así funciona el sistema y que ellos no entran a cambiarlo. Se sienten cómodos en una atmósfera de trampas y se consuelan así mismos con la idea de que no hay forma de repararlo, como si una fuerza sobrenatural estuviese sobre ellos cuando actúan en contra de sus prójimos.

Su fe es sólo una fachada con la que toman al pueblo y lo llenan de sentimentalismos sobre lo que está bien y está mal; mientras actúan como los más crueles tiranos.

Van a misa y al culto, siguen rituales vestidos de blancos y consagran sus vidas todo el tiempo, pero jamás actuarían como Cristo lo hizo, no luchan contra las injusticias, no se descalzan para caminar junto a la gente, no practican el amor y tienen el dedo índice preparado para señalar las causales que según ellos ponen a las personas en problemas, restando así la responsabilidad que tienen sobre los conflictos sociales. Su fe es sólo una fachada con la que toman al pueblo y lo llenan de sentimentalismos sobre lo que está bien y está mal; mientras actúan como los más crueles tiranos. Toman a los niños de la mano y les prometen que son lo más importante pero cuando no son sus hijos los que están en una situación de vulnerabilidad no mueven un dedo por ninguna vida. Solo su dolor les importa, solo son personas para ellos su familia (mientras vivan bajo su ley) y el puño de privilegiados iguales a ellos que viven con la misma indiferencia.

La miseria que habita en seres que desangran a quienes ya son desafortunados está representada por los Thenardier en Los miserables de Víctor Hugo. Ellos son la familia que a cambio de dinero acoje a Cosette, la hija de Fantine. Una mujer que siendo madre soltera en condiciones inestables quiso que su hija estuviese en buenos cuidados, desgastó su vida buscando los recursos para mantener a Cosette con los Thenardier porque ellos la estarían tratando como a otro de sus hijos, en consecuencia cada año pedían más dinero a Fantine porque la niña necesitaría según ellos a medida que crecía mayores cuidados, a lo que su madre accedía por amor, desconociendo que los cuidadores de su hija la maltrataban, no le daban comida y la mantenían haciendo todos los oficios de la casa, para ellos aparentar una vida de comodidades. El destino de Fantine fue morir en soledad, sin dientes ni cabello y reconocida como prostituta. Toda la sociedad de aquella historia le miró como un desecho, sin conocer qué detrás de sus sacrificios estaba la intención de que su hija tuviese un futuro mejor. Cosette fue al final comprada por Magdalena (Valjean) porque cuando la niña no fue más un pozo que brotara oro ya no les servía, afortunadamente el protagonista de esta historia fue un hombre transformado que quería hacer el bien y por ello la pequeña tuvo acceso a una mejor vida.

¿Quiénes seremos en nuestra sociedad?

¿Seremos acaso los Thenardier que vieron en la esperanza de una pobre mujer la oportunidad de perpetuar un estilo de vida privilegiado sin importarles su miseria o seremos Magdalena que aun sufriendo los vejámenes de una sociedad corrupta e indiferente decidió tomar su experiencia como un motivo para no ser más un miserable?

Las estructuras sin alma no son las ficciones que hemos creado para ocultar nuestras intenciones banales, somos nosotros cuando olvidamos que el bienestar colectivo es tan relevante como el propio y que ningún status individual puede costar la degradación del resto de personas.

mariasierrabuelvas@gmail.com

Publicado por zabieradmin

Licenciado en Ciencias sociales de la Universidad Francisco José de Caldas de Bogotá, Esp. en Desarrollo y Gobierno Local de la Universidad de Nariño. Investigador social y analista de contextos y dinámicas políticas, sociales y económicas territoriales. Ex Asesor de Paz Departamental de Nariño 2008-2011; Ex Subsecretario Departamental de Gobierno de Nariño 2012 2013; Ex Comisionado Municipal de Paz de Pasto 2016-2019. Poeta, escritor, ensayista, periodista empírico alternativo, Columnista del Semanario VOZ, autor del Libro “Nariño de la guerra a la paz”. Defensor y promotor de Derechos Humanos y de las víctimas del conflicto.

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